Comí en los bajos del Palacio
Nacional de Cultura unas albóndigas con patatas y mi inseparable cerveza
búlgara, a la que estaba tomando un cariño especial.
Atravesé el parque de la Ciudad,
donde a aquella hora los lugareños se refugiaban a la sombra de los frondosos
árboles. Alcancé el bulevar del patriarca Evtimy con la intención de visitar
las calles de la zona al norte y este de esta avenida. Tratando de situarme en
el plano me di cuenta de que varias de las calles estaban dedicadas a
personajes búlgaros que habían luchado contra el imperio otomano.
San Eutimio de Tarnovo, el
patriarca Evtimy, o Eutimio, vivió en el siglo XIV y fue el último jefe de la
Iglesia Ortodoxa Búlgara, que pasaría a depender del patriarca de
Constantinopla. En 1393 dirigió la resistencia de la ciudad de Tarnovo contra
el ataque otomano. Por aquel entonces, la ciudad era la capital del reino, que
cayó irremediablemente ante la pujanza militar turca. La purga posterior fue
feroz, pero Eutimio fue indultado y enviado al exilio.
A él se debía la fundación de la
Escuela Literaria de Tarnovo y la reforma del antiguo idioma búlgaro,
especialmente en su forma escrita.
El impulso de la cultura y la
educación fue uno de los rasgos que se repetiría tiempo después, en el siglo XIX,
con el renacimiento búlgaro.
La calle en que se encontraban
los museos de varios literatos búlgaros, que fueron mi objetivo de aquella
tarde, era Georgi Sava Rakovski, escritor, periodista y figura esencial del renacimiento
búlgaro y la lucha armada contra los turcos. Como otros revolucionarios sufrió
la cárcel y el exilio. Sus ideas eran más radicales que las de Vasil Levski.
Rakovski era partidario de la invasión de Bulgaria desde los países vecinos,
mientras que Levski propuso la creación de una red de comités en cada ciudad y
zona para provocar un alzamiento generalizado. Esta fue la idea que triunfó y
que dio lugar al alzamiento de abril de 1876. El alzamiento fracasó pero logró
la intervención rusa que fue determinante para obtener la independencia poco
tiempo después.
Su principal obra fue Un
viajero en los bosques (Gorski Patnik) que exaltaba esa lucha en la
que participó. Fue el fundador, junto a Levski y otros de sus seguidores, del Comité
Central Revolucionario de Bulgaria.
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