Exigió mi atención para el arte
urbano. Los murales que adornaban algunas fachadas eran un fresco soplo de aire
artístico. Podían pasar desapercibidos para aquella gente que se sentaba en las
terrazas sin ningún otro objetivo que pasar la tarde, observar y ser
observados. Eran parte del ambiente cultural de la ciudad y una expresión de
pensamiento actual, culto y a la vez cotidiano, popular, fácil de interpretar,
cercano al público.
-Plovdiv era más importante que Sofía
antes de la liberación -expuso Tatiana-. Era el foco económico, cultural y
político. Muchos de los personajes con los que entrarás en contacto en Sofía
vivieron intensamente en Plovdiv. Después fue perdiendo fuerza, desde el
momento en que perdió la capitalidad.
Lo que en la actualidad era una
ciudad turística fue una importante ciudad industrial. Por eso se celebró en
ella la primera exposición en 1892. Era el mejor escaparate para un país que acababa
de nacer y necesitaba reivindicarse ante el mundo.
-El siglo XIX marcó el máximo
apogeo -continuó-. La ciudad comerciaba con el resto de Europa, el norte de
África y el cercano Oriente. El río servía para transportar mercancías hasta el
Egeo. Su puerto fluvial fue muy importante. El ferrocarril a Estambul potenció
los intercambios.
Ese auge económico permitió la
construcción o reconstrucción de iglesias, la autonomía de la Iglesia búlgara
con la creación del Exarcado de Bulgaria, la construcción de escuelas donde la
enseñanza ya no se impartía en turco, la inauguración de fábricas, la mejora
del urbanismo, la aparición de parques. La ciudad se enriqueció con nuevos
edificios como los que veíamos en la calle principal, trazada sobre el antiguo
estadio romano. Algún fragmento del mismo permanecía bajo esos edificios, como
ya había advertido.
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