Me asomé atraído por una pequeña
iglesia y una sombra que aliviaba el trabajo fogoso del sol. No esperaba nada
especial. Identifiqué la casa, me acerqué para ver la hermosa fachada,
consideré que estaba cerrada y asomó la cuidadora cuando me disponía a
abandonar. Salió solícita, abrió la puerta y entramos al recibidor donde una
imagen del sabio nos esperaba sobre un pequeño escenario. Me recordó a aquellas
visitas con un esfuerzo especial por localizar a quien guardaba la llave.
La mujer era entusiasta y fue
dándome explicaciones en un inglés sencillo. Nos permitió mantener un pequeño
diálogo con cierta complicidad. Mi impresión es que no recibían muchas visitas.
Señaló unas vitrinas con los libros editados por Danov. Era lo único que
adornaba ese primer salón.
Sin duda, la sala que más me
gustó fue la que reproducía una clase. La enseñanza era esencial para el
desarrollo del pueblo. Allí compusimos mi nombre en cirílico. Generaba una
letra más y una grafía tan chocante como divertida. No sé si algún día seré
capaz de descifrar ese alfabeto y enterarme de algo. Me senté en el banco de uno
de los alargados pupitres y luego subí al estrado como un disciplinado
profesor. Los muros exhibían algunos materiales didácticos de la época creados
por Danov.
El mejor complemento fue otra
sala con más materiales: maquetas, paneles, mapas, un ábaco, globos terráqueos.
Estuvimos charlando ante un mapa de Europa de aquellos tiempos en que el país
había ganado su independencia. Se formaron varios estados que luego fueron
fagocitados tras la Segunda Guerra Mundial y que renacerían tras la caída del Telón
de Acero y la extinción de la Unión Soviética. Es increíble cómo la historia
evoluciona y se repite constantemente.
Me fijé en una foto de familia
que le mostraba como un personaje acomodado, sereno, orgulloso, seguro. En
otras aparecía con otros personajes ilustres. Fue un hombre admirado y
condecorado, muy querido por el pueblo, un elemento esencial para comprender el
profundo cambio vivido en esos momentos de transformación tras la liberación.
Las manifestaciones demostrando su afecto dan fe de esa popularidad.
En la sala de administración
exhibían las máquinas de su antigua imprenta y fotos ilustrativas de su
periódico y editorial.
Un personaje sencillamente
apasionante.
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