Hay regalos que se cruzan en
nuestro camino de forma inesperada. Unas veces los reconocemos y aceptamos y
otras pasamos de largo sin ser conscientes de lo que nos hemos perdido. La
suerte quiso que aceptara el regalo que ofrecía la casa de Hristo Danov, el
primer editor de libros de Bulgaria, profesor y pedagogo. Una persona esencial
en el renacer cultural búlgaro.
En el siglo XIX, aún bajo el
dominio otomano, crecieron los contactos comerciales con el resto de Europa, Asia
Menor, Siria, Egipto y la India. El río Maritsa era utilizado para el
transporte de mercancías al Egeo. Plovdiv gozaba de un puerto fluvial. Se
convirtió en un importante centro artístico y cultural con Iván Vazov, Petko
Slaveykov, Zahari Stoyanov, Hristo Danov y otros.
El 4 de enero de 1878 las tropas
del general Gurko liberaron Plovdiv. Sin embargo, su destino estaba llamado a
vincularse con el Principado de Bulgaria y en 1885 Rumelia Oriental fue
incorporada al mismo, con el correspondiente cabreo de los rusos a quienes no
se había informado de ese movimiento.
La década de 1880 verá florecer
varias industrias, como la destilería Bomonti, la cervecera Frick & Sultzer
o varias fábricas de tabaco. 1892 es el año de la primera Exposición Agrícola e
Industrial que tuvo lugar en esta ciudad. Duró 75 días y asistieron 168.000
personas. Era el espaldarazo definitivo. A finales del siglo XIX se modernizó
el trazado urbano y se trazó la calle principal, la del príncipe Alejandro I, la
del estadio. En ese contexto aparece la figura de Danov.
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