El autocar nos depositó cerca de
la puerta Dupnista, la entrada oeste. Estábamos ante unas formidables murallas
de unos 20 metros de altura que daban al complejo un aspecto de fortaleza. No
sé si para impedir el acceso al pecado, pero desde luego bastante concluyentes
contra fuerzas del mal más terrenales, como los bandidos que atacaban a los
peregrinos o al propio monasterio, que se defendió con un pequeño ejército de
unos 40 soldados.
Penetramos en el patio y sentí
una alegría inmensa, quizá como la que hubiera sentido un peregrino que alcanzara
el lugar tanto tiempo deseado. Ahora tenía ante mí aquella joya arquitectónica
y aquel lugar tan sagrado, de honda significación para el creyente. Lubomir nos
agrupó y nos dio las primeras explicaciones generales. Después nos acercó a la
iglesia de la Natividad y al interior. Sus explicaciones me sirvieron para
interpretar mejor Rila.
Lo que observamos era
esencialmente una reconstrucción del siglo XIX, ya que el monasterio sufrió un
devastador incendio en 1833. En 1835, gracias a las donaciones llegadas desde
todos los rincones de Bulgaria y desde Rusia, se inició la reconstrucción. La
fama y el prestigio de Rila facilitaron mucho la recaudación para financiar los
trabajos. Lo único que resistió de aquella versión anterior fue la torre de
Hrelyo, construida por el señor feudal Hrelyo Dragoval en 1334. Quizá fuera una
torre de defensa.
0 comments:
Publicar un comentario