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Un paseo por Sofía y Plovdiv 33. La iglesia búlgara.


 

El kan Boris I necesitaba un elemento que aglutinara a búlgaros y eslavos y ese elemento fue el cristianismo, que se unió al idioma y la cultura eslavas para cohesionar el Primer Reino Búlgaro. Corría el año 865. Crampton, en su Historia de Bulgaria, destacaba que su objetivo fue “evitar enfrentamientos militares y, sobre todo, para aliviar la presión de los ejércitos bizantinos… Podía esperarse que la conversión contribuyera a estrechar las diferencias entre los dos grupos étnicos de Bulgaria”. La división entre cristianos y paganos podía ser utilizada por sus enemigos.

Esa comunidad cristiana búlgara formaba parte de la iglesia bizantina que no podía nombrar patriarca o elegir obispos. La iglesia bizantina podía socavar el reino búlgaro. Por ello, Boris tanteó la posibilidad de quedar bajo la autoridad de Roma, la gran rival de Bizancio. Tampoco Roma estaba dispuesta a conceder el derecho a nombrar patriarca y obispos. La organización de la Iglesia búlgara fue regulada por un consejo en el 870. A la cabeza quedaría un arzobispo nombrado por el patriarca de Constantinopla.



En el año 896 fue firmado un acuerdo entre Simeón el Grande y el Imperio Bizantino por el que se le reconocía el título de basileus o zar y la independencia de la Iglesia búlgara.

El desarrollo del alfabeto cirílico contribuyó especialmente a la difusión del cristianismo en los Balcanes y Europa oriental. E impidió que los búlgaros fueran absorbidos por los griegos al sur y los francos al este. En Ohrid, actualmente en Macedonia del Norte, San Clemente creó una escuela que impartiría diversas materias y que atrajo a más de tres mil estudiantes que difundieron la fe cristiana en eslavo.

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