Aquellos odrisios y los tracios
en general siguieron viviendo en poblados dominados por ciudadelas defensivas.
Se fueron urbanizando en época helenística. El helenismo marcará su decadencia
como pueblo. Las expansiones territoriales se alternarán con divisiones de los
reinos en favor de los hijos de los reyes, como en el caso de Seutes I. Cotis I
(c. 383-356 a. C.) reunificó el reino, que se dividirá al ser asesinado. Esa
debilidad propiciará la conquista por Filipo II en 352-342 a.C. y de su hijo
Alejandro Magno. A la muerte de éste se dividió su imperio y Tracia quedó
aislada, algo que le impidió participar en la red comercial y social de los
nuevos estados helenísticos. Entraba en decadencia política y económica.
En el año 323 a.C., Lisímaco, uno
de los generales de Alejandro, recibe Tracia. Sin embargo, el rey odrisio
Seutes III no aceptará su autoridad y logrará restaurar parte del reino. Formó
un gran ejército y renovó sus vínculos con Atenas. Estableció su capital en
Seutópolis, cerca de Kazanlak.
A partir del 281 a.C. las crisis
económica y política les impedirán oponerse a la invasión de los celtas, que
retuvieran el poder en el sudeste de Tracia. Aún perduraron por un tiempo las
dinastías tracias. Los objetos de metal también acusarán esa decadencia.
Estarán menos decorados. Serán de plata en vez de oro.
El arte romano ocupaba una parte
importante. Había contemplado en los aledaños del museo algunas piezas como
estelas, lápidas, millarios, tumbas o sarcófagos. En el interior, exhibían una
amplia colección de esculturas, mosaicos, pequeñas figuras cotidianas.
Reconozco que le dediqué menos atención al ser más accesible y conocido por mí.
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