Designed by VeeThemes.com | Rediseñando x Gestquest

Un paseo por Sofía y Plovdvi 5. Tolerancia consagrada. Iglesia de San Cirilo y San Metodio


 

El paseo por el mercado estuvo acompañado por los cánticos que regalaba la iglesia de San Cirilo y San Metodio, los populares santos que había conocido en Macedonia del Norte unos meses antes. Su presencia en la ciudad y en el país, como ya he adelantado, era bastante abundante. Los cantos eran una letanía envolvente y sugerente. Entré en la iglesia donde se desarrollaba la ceremonia ortodoxa. Los celebrantes daban la espalda a los escasos feligreses que asistían con fervor al rito mañanero. Todos miraban hacia el iconostasio, la estructura de madera que separaba el presbiterio y el ábside, la zona más sagrada e inaccesible para el creyente de a pie.

La iglesia era luminosa. No me atreví a penetrar por respeto al ritual que se desarrollaba. No me hubiera gustado que un extraño entrara en mi parroquia y empezara a fotografiarlo todo desviando la atención de los asistentes. En lo alto de la cúpula, el Cristo pantocrátor. Más allá, varios santos. Paredes y arcos estaban completamente decorados: querubines, arcángeles, el tetramorfos, más santos, escenas bíblicas, decoración geométrica y dorada. Vidrieras, lámparas, iconos. Espiritualidad.



El barrio debió ser hermoso. Quizá, hasta importante, por la calidad de palacetes y edificios, posiblemente habitados por burgueses y aristócratas que estaban a pocos minutos del centro. Pero esas fachadas expresaban desidia, estaban deterioradas y clamaban por un revoco y una mano de pintura. Las que lo habían recibido mostraban una sincera elegancia y armonía. Estaba claro que el dinero no daba para todo y presumiblemente sus dueños carecían del suficiente, o de la intención, para reparar su belleza.

De camino hacia la sinagoga me fotografié ante lo que consideré era el paralelo de nuestro Consejo del Poder Judicial (Supreme Judicial Council).

0 comments:

Publicar un comentario