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Un paseo por Sofía y Plovdiv 6. La sinagoga


 

La fachada y la cúpula de la sinagoga eran impresionantes. Lo admiré todo desde el otro lado de la calle mientras esperaba a que me permitieran entrar y visitarla. Las medidas de seguridad eran severas y el tipo con el que hablé parecía un agente del Mossad con cara de pocos amigos. Arrancarle una sonrisa fue imposible. Al final, tuve que infiltrarme casi clandestinamente porque el fulano no me daba acceso a pesar de dejar pasar a otros visitantes. El control de seguridad fue bastante exhaustivo, más que el de un aeropuerto.

La sinagoga fue inaugurada en septiembre de 1909. Su decoración era morisca, impresionante, gozosa. Tenía capacidad para unas mil trescientos personas. En el pasado fue una comunidad numerosa (la quinta parte de la población de Sofía, según la guía, al inicio de la Segunda Guerra Mundial), económicamente poderosa e influyente. Al aliarse Bulgaria con la Alemania de Hitler aprobaron leyes antijudías que fueron muy contestadas por la iglesia ortodoxa. Los nazis exigieron la deportación de cincuenta mil judíos a Polonia. Desde el gobierno presionaron para que no se llevara a cabo. Sin embargo, en Tracia y Macedonia, anexionadas recientemente, no llegó a tiempo la cancelación de la orden de deportación y salieron once mil judíos hacia un trágico destino.



Los comunistas se mostraron hostiles con las religiones tradicionales y en la década de 1950 muchos judíos optaron por emigrar a Israel. En la actualidad la comunidad ascendía a unos dos mil quinientos judíos en Sofía y una cantidad similar en otras ciudades del país.

El interior era muy hermoso y transmitía serenidad con un punto de opulencia. La cúpula octogonal elevaba los pensamientos. La poderosa lámpara captaba la atención. Un grupo de visitantes seguía las explicaciones de su guía. Charlé con una madre y su hija, españolas, en su último día de viaje. Habían quedado encantadas con el país y el único pero que le ponían era el trato de la gente en los lugares públicos, algo que, desgraciadamente, confirmé. A los funcionarios públicos deberían enseñarles un mejor trato al visitante.

El museo estaba cerrado.

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