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En Gambia no pasa nada 101. Aceras, arte popular y curiosidades.


 

Creo que a todos nos resultan chocantes unas gradas junto al arco. Parecen diseñadas para un evento deportivo. La cancha sería la calle asfaltada. Si mis notas son correctas era para los desfiles. Siempre es necesario un buen aparato de propaganda para convencer al pueblo de que el gobernante de turno es magnánimo, como caído del cielo, un ser semi divino del que pueden disfrutar los ciudadanos gracias a una suerte cósmica.

Miriam recuerda que en uno de sus anteriores viajes fue testigo del paso de la comitiva presidencial formada por varias decenas de potentes vehículos importados. Con el dinero de esa comitiva hubieran podido construir escuelas y hospitales y dar servicio a la población. La distribución del uso del dinero público beneficia a los mismos, en el primero como en el tercer mundo.



Mientras avanzamos me fijo en los dibujos que adornan las fachadas de tiendas, tapias, viviendas y otros lugares de revocos mustios y mutilados por la acción de los vientos marinos. Los organismos oficiales o el Museo Nacional están decentemente pintados. Es el arte popular lo que rompe la monotonía y ofrece al visitante esa visión creada por artistas de cierto talento y honda inspiración.

La catedral de Saint Mary es sencilla, pequeña y serena. Tiene ese toque colonial y misionero que adapta lo occidental a estas tierras. Como también ocurre con ciertas casas, aunque no es fácil encontrar las casas coloniales con balcones de forja que he leído en algunos artículos.



Sharia guided banking. Let’s help you develop your business in the Islamic way”, reza un anuncio con una hermosa mujer joven cubierta con el preceptivo velo y con un dedo sobre el teclado de un portátil (www.agip.gm). Quizá es una ventana a la esperanza, a salir de la pobreza, crear empleo y ayudar a otros.

Alcanzamos el extenso campo de cricket, con anuncios del anterior banco. El césped está un poco seco. Estamos llegando al Royal Albert Market, de tiempos de la reina Victoria, de ahí que lleve el nombre de su esposo. La fachada ofrece un triste aspecto deslucido. Junto a él, el rojo y vistoso edificio de Correos. Los plásticos son omnipresentes. La colaboración internacional debería regalar a estas gentes cientos de papeleras y montar algún sistema de recogida y reciclaje. Nos sumergimos en los coloridos callejones del mercado. Miriam va abriendo paso con nosotros detrás. Perderse es muy fácil, aunque la estructura facilita llegar al lugar del encuentro.

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