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En Gambia no pasa nada 91. El mercado de pescado de Tanji 3.


 

Las gaviotas vuelan en rasante a la espera de una oportunidad, de un despiste, de un cubo que va demasiado lleno y que deja escapar un pescado. Montan un escándalo tremendo, histérico, amenazador. Con el resto de los elementos armonizan perfectamente.

Tanji es un pueblo de tradición pesquera que ha visto cómo crecía su población en los últimos años fruto de la emigración interior. La pesca y la industria ofrecen oportunidades de trabajo. La vida de los pescadores es dura. Casi todos ellos ejecutan su labor con unas precarias condiciones de seguridad. Se calcula que el 85 por ciento ha sufrido lesiones al desarrollar su trabajo. Muchos de ellos se suben a un barco sin saber nadar.



El perfume del pescado penetra hasta el fondo del cerebro y se incrusta sin remedio en la memoria y en el alma. La invasión sensorial es parte del espectáculo.

Sigo con la mirada a las mujeres que portean las cajas sobre su cabeza sin perder el equilibrio, con lentitud, con estilo. Unos críos van tras un hombre con un cubo en cada mano seguros de que algún pescado se le caerá y no perderá el tiempo parando a recogerlo. Es otra forma de faenar.



Le pregunto a un hombre de camiseta blanca y gafas oscuras por la capacidad de las barcas. Para faenar, unas veinte personas. Para transporte, unas doscientas. Y cuando se utilizan para la migración ilegal pueden llegar a duplicar esa cifra, a pesar del peligro para su estabilidad. Por eso, algunas vuelcan, zozobran, dejan un reguero de cadáveres.



Lo único que es estable son las capturas: en cubos, sobre la arena, en cualquier recipiente. El improvisado mercado (que no tiene nada de ello, salvo para mis ojos) es el movimiento, el sonido, el olor penetrante, los colores o los brillos. Si se parara se destruiría, se extinguiría, dejaría de atraer a los compradores o a los simples curiosos que somos los turistas que nos hemos acercado a disfrutar del montaje. Los cabos gruesos anclados, no se sabe dónde, rechinan y reptan con la tensión de las barcas. La luz traza sombras espectaculares.

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