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En Gambia no pasa nada 75. Los círculos de Wassu IV.


 

El pequeño e interesante museo está instalado en una construcción, cómo no, circular, como si fuera una de las chozas de los campesinos cercanos. Es muy sencillo, con pocos medios, aunque con un cariño desbordante que capta nuestra atención. La información es muy valiosa y didáctica. Estudio las fotos antiguas, los dibujos o las maquetas en unas vitrinas. Los esquemas permiten una visión cenital y de conjunto.



Estas estructuras, que se construyeron con medios muy básicos y herramientas rudimentarias, denotan la existencia de una sociedad organizada y jerarquizada. Había que dedicar muchos medios humanos para estos proyectos. Siervos o esclavos. Estas “casas de los muertos” tenían una vocación de permanencia, no eran efímeras. Por eso se utilizaba la piedra, para que duraran hasta la eternidad. La piedra quedaba en este mundo transitorio, con el cuerpo. La eternidad, que llegaba tras la muerte, arrojaba al espíritu hacia otro mundo.



Estos megalitos se asociaban con los equinoccios y exigían ritos propiciatorios que se celebrarían en estos lugares caracterizados por su sacralidad y energía. Se equiparaban a templos o eran los propios templos. Atraer la intercesión de los espíritus de los ancestros para obtener buenas cosechas o la contención de catástrofes garantizaba la supervivencia del colectivo.

Los billetes de 50 dalasis reconocen la importancia de Wassu.

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