Designed by VeeThemes.com | Rediseñando x Gestquest

En Gambia no pasa nada 69. Una brisa nocturna.


 

Me resguardo en la habitación hasta poco antes de la hora de la cena, a las ocho. Estaba pegajoso, quemado por ese sol que he admirado mientras ha hecho acto de presencia y ha interpretado tantos papeles deliciosos. Arranco el polvo pegado a la piel con una ducha que será como un bautizo regenerador que me devuelve a la condición humana. Siento que he perdido algo del contacto con los dioses, con las fuerzas de la naturaleza, con espíritus inexplicables. Escribo un rato, me tumbo un poco, lo suficiente.

Aprovecho la conexión de wifi para contactar con el mundo, mandar fotos y mensajes. Charlamos en torno a una cerveza. Nos avisa Miriam que mañana no habrá cobertura y así lo advierto a la familia.



Los mosquitos son guerreros belicosos, suicidas, impertinentes. La noche los ha drogado y se lanzan contra nosotros. Me rocío de Relec, como el resto, dejamos una peste en el ambiente tremenda y contemplamos las bombillas del comedor abierto. Para que no nos devoren, Miriam pide que apaguen la luz sobre nuestra mesa, que comparto con Ángel, Mar, Alicia, María Antonia y Miguel Ángel. En la paralela, que disfruta de luz suficiente para iluminar la nuestra, otro grupo de españoles.

La cena es sencilla y sabrosa: pollo con sémola y patatas y otra deliciosa salsa.

Los rostros son de gente cansada. La idea de prolongar nuestras clases de baile se desvanece y la arrastra la brisa nocturna. Charlamos, se une a nosotros Miriam después de haber organizado lo necesario para que disfrutemos de la jornada de mañana.

Solo hace unos días que nos conocemos y, sin embargo, reina una inmensa fraternidad. El grupo es genial: divertido, jaranero.

Escribo una hora antes de dormir.

0 comments:

Publicar un comentario