Miriam ha acertado. Nuestro lodge
está lleno. La zona del restaurante la ocupa un grupo de afroamericanos. Quizás
son descendientes de quienes salieron de aquí rumbo a la esclavitud. Quieren
encontrar sus raíces, trazar su árbol genealógico, vivir en el lugar de sus
ancestros.
Regresamos a Bintang Bolong
Lodge. También está animado aunque aún hay alguna mesa libre. La influencia del
río es acariciante. Nos colocamos en una larga mesa bajo el techo tradicional
de una terraza que es como un embarcadero. Los mosquitos nos dan cuartelillo.
Es una versión ribereña del fuego de acampada.
Corre la cerveza y el vino,
dialogamos cada vez con mayor confianza y damos buena cuenta del pescado,
magnífico, que con ensalada y arroz nos devuelve las energías consumidas en la
excursión. El pollo y las patatas también están gozosas. Alicia pregunta por la
salsa que acompaña al arroz y que está hecha a base de cacahuete, tomate y
otros ingredientes que la jefa del lodge le comenta como combinar.
La carretera está a oscuras. El
ritmo cansino de la tarde y sus escasas luces han desaparecido. La vida
familiar se resguarda en las casas. Se intuye la vida.
En nuestro hotel la gente
también se ha retirado. Ni rastro del grupo americano. Así que nos colocamos en
la zona junto al río, la de siempre, la que consideramos propia.
A casi todos nos han dado unos
papelitos en que figura el cambio que no nos han podido entregar al pedir en el
bar. Da para una ronda, entre todos.
Vamos charlando y vamos
riéndonos como locos. La conversación se hace cada vez más descontrolada, más
surrealista y almodovariana y se va orientando hacia un fingido negocio ilegal.
Cada vez que sale una nueva idea las carcajadas son mayores. Francesc llora de
risa con el reparto de los roles. Está claro que hay mucho talento delictivo
sin explotar en nuestras mentes. Ramón propone y yo les animo a desarrollar esa
vis criminal. A fin de cuentas, si fuera real, siempre podrían
aprovechar mis conocimientos y práctica jurídica. Con embrollarlo todo les
absolverían.
Buscamos nombre al proyecto,
analizamos vínculos y situaciones y nos desternillamos de forma feroz. Podríamos
convertirnos en expertos en risoterapia. Es un grupo genial. Miriam alucina con
nosotros y de forma jocosa nos ofrece orfidales para acabar con este
descojonante desmadre.
Nos vamos a dormir sobre las 12.
Quizá nuestros vecinos lo agradezcan.
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