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En Gambia no pasa nada 39. Las cooperativas de mariscadoras II.

 


La utilización de sus troncos y ramas como leña o el corte de sus raíces para extraer las ostras ha provocado su deterioro. Ahora son arrancadas con un cuchillo. Se respetan los tiempos de recolección entre marzo y junio para una posterior veda que mejora la calidad del producto y plantan semillas para regenerar los manglares.

La formación de esas cooperativas ha permitido alcanzar un precio más justo, de 10 a 75 dalasis la taza de ostras. Gracias al programa Santander Best África, de la Fundación del Banco de Santander, se han introducido mejoras. Algo tan sencillo como un frigorífico ha permitido que se puedan conservar los excedentes y se puedan comercializar. El plazo de caducidad se alarga.



Una enorme montaña de ostras sirve para informarnos que las conchas se venden al sector de la construcción para fabricar cemento.

Acompañados por los niños vamos visitando el lugar. Nos cruzamos con una señora que descarga una barca.



Nos lo tomamos con calma. El espectáculo del río es impresionante. Los poderosos árboles distribuyen su sombra y acogen objetos oxidados. Un burro pasa de nosotros. Unas ovejas se filtran entre tanto cachivache en busca de un poco de alimento. El tiempo parece haberse tomado un respiro y no querer avanzar más.

Tomamos las bicicletas y nos acercamos hacia dos vistosas ceibas que marcan la entrada hacia otro lodge junto al río. Nos sentamos mirando hacia las aguas, descansamos, tomamos un refresco. Y dejamos que todo fluya.



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