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En Gambia no pasa nada 38. Las cooperativas de mariscadoras I.


 

Nos acercamos a unas edificaciones que están ahora vacías y somnolientas. Su momento de actividad es por la mañana. Las construyeron los italianos para que los pescadores pudieran guardar sus útiles. Imagino la lonja con el bullicio propio de la venta de las capturas recientes. Cuando ha concluido, todo el mundo regresa a su casa y hasta el día siguiente. Nos muestran otra construcción utilizada como ahumadero para el pescado. Las ostras no se consumen crudas. Las hierven y luego las venden en los mercados. Las mujeres las combinan con arroz para alimentar a sus familias. La actividad de recolección de las ostras es propia de las mujeres. Los hombres se dedican a la pesca.



Un artículo de El País de 12 de diciembre de 2022 que firmaba Chema Caballero informaba de las cooperativas de mariscadoras que se habían formado en Senegal y Gambia. Su objetivo era obtener un mayor beneficio económico y una explotación más respetuosa con el medio ambiente. Detrás de todo ello latía el problema de la emigración. No era un capricho. Tomar esa decisión era arriesgada, era una necesidad ante la falta de oportunidades. Buscaban romper con la espiral de la pobreza. Si hubiera esperanza en el país no optarían por esa aventura que en muchos casos terminaba de forma trágica. Por eso eran importantes estos proyectos que buscaban aprovechar la riqueza de Gambia. La actividad recolectora en las zonas de manglar, como la que estábamos visitando, se desarrollaba en un ecosistema que llevaba décadas amenazado, tanto en Gambia como en otros lugares del mundo. La agresión a este hábitat natural tan frágil era producto del desconocimiento del mismo. Lo destacaba el periodista:

Los manglares son componentes vitales de los ecosistemas costeros del mundo. Sobreviven donde ningún otro árbol puede hacerlo, en aguas salobres y con poco oxígeno, expuestos a las mareas y tormentas. Se encuentran en regiones tropicales y subtropicales. Pueden almacenar gran cantidad de carbono, lo que les convierte en excelentes luchadores contra el cambio climático. Son también un refugio de peces y fortalecen la vida acuática. Sus raíces protegen la costa de la erosión.



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