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En Gambia no pasa nada 25. El mercado de Serekunda I


 

Y así llegamos a uno de los mejores exponentes del caos africano: el mercado. El de Serekunda. Estupendo: una referencia.

El principal atractivo de Gambia es su gente y ningún lugar es mejor para confirmarlo que un mercado, el primero que visitaremos en nuestro periplo por el país. Los mercados muestran un carácter esencialmente femenino. La mayoría de los compradores son mujeres. Los hombres se dedican a las artesanías del calzado, el hierro o la madera. Las mujeres son aplastante mayoría como vendedoras en el sector de alimentación: fruta, verdura, carne, pescado, especias. Entre el color de sus vestidos y tocados y el de los lujuriosos productos expuestos el choque cromático es impresionante. Esa visión se complementa por los penetrantes olores, agudos, seductores, impactantes. Todo lo envuelve en las diversas secciones. No me atrevo a cerrar los ojos, aunque si lo hiciera me orientaría por los olores que marcan su territorio como celosos animales salvajes. Los aromas toman cuerpo y ya no quieren abandonar mi nariz invadida. Apenas toco los productos. El tacto está en un segundo plano. Ni siquiera en la sección de las telas y el textil.



La furgoneta nos ha desembarcado frente a la puerta. Miriam se ofrece a guiarnos. Todos respiramos más tranquilos. Para quien quiera ir por libre, o se pierda, nos cita en la puerta. Perfecto, si sabes orientarte. Los mercados de Gambia no son tan laberínticos como los del norte del continente, aunque los cambios de dirección y la pérdida de referencias puede extraviar a cualquiera. Y ponte a preguntar entre el público gambiano.



El mercado está cubierto, aunque la actividad se desarrolla más en los callejones que lo forman que en los pequeños cubículos y cuchitriles. El interior te regala la sombra que se entronca con una sensación de claustrofobia. Puede llegar a ser un poco agobiante.

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