En Gambia no pasa nada 43. Campos, aldeas y mercados.

 

Nuestro viaje continúa en dirección este, hacia el interior del país, hacia el corazón que nos mostrará cómo palpita el ámbito rural, la Gambia profunda, la más auténtica.

Nuevamente en la carretera principal se repiten las pequeñas aldeas salteadas en la sabana. Esta vez los ojos perciben más árboles, lo que impide a la vista penetrar más hacia el interior. La vida sigue desarrollándose principalmente junto a la carretera. Aprovecho que me ha tocado ventana para alguna foto y unos vídeos que no dicen nada, pero que resumen ese paisaje.

La carretera mantiene su rectitud de camino fácil. Nos adelanta un autobús azul de los que hacen la ruta regular. Avanza a una velocidad impresionante. Lo alcanzamos en el siguiente control. Han disminuido de frecuencia.

La novedad la ofrecen pequeños mercados locales al aire libre. La ropa se amontona sobre amplias telas desplegadas sobre el suelo. Mujeronas de cuerpos consistentes se agachan a seleccionar lo mejor de esas prendas que brillan tanto como sus vestidos. Más adelante venden patatas, fruta, verduras, carne y lo necesario para el menú diario. Lo ofrecen en cubos y barreños, sobre telas menos vibrantes. Los más privilegiados se refugian del sol bajo unos miserables chambados de ramas secas. Cuando hago unas fotos se desatan las iras de vendedoras y compradoras por igual. Guardo el móvil.

Hemos cruzado el río, aparecen de forma regular charcas o lagunillas con aves que excitan la curiosidad de nuestros ornitólogos. Los que somos menos aficionados a las aves disfrutamos de los baobabs y sus frutos colgantes al final de cordones umbilicales. Se alternan con los campos, el matorral alto, la sobriedad y cierta monotonía.

Cruza un rebaño de vacas. Alcanzamos la salida del colegio. Los uniformes de cada escuela son diferentes. Pasamos otros controles del ejército o de la policía. Frente a un cuartel, una ametralladora de posición está dispuesta para arrancar la vida a quien resulte sospechoso. Ni se te ocurra sacar el móvil e intentar una foto.

Nos quedamos sobrecogidos ante la imagen de un camión volcado.