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En Gambia no pasa nada 18. Una cena con confidencias.



 Caminamos unos 10 minutos paralelos al mar hasta alcanzar el restaurante de la cena. Es noche cerrada y nos arropa el arrullo del mar que enternece nuestra sensibilidad. La oscuridad cobra vida con pequeños retazos de luz y el tímido sonido de una música. Nada que ver con la marcha del día anterior. El camino necesita una reparación. Caminamos con cuidado con la luz de los móviles o de mi frontal. Por supuesto, vamos hablando animadamente.

El restaurante me recuerda a esos embarcaderos de madera de las películas norteamericanas. La estructura está sobre la arena y el sonido del mar llega con más fuerza. El lugar goza de un glamour sencillo, algo de aventurero. Me decanto por el pez mantequilla, delicioso. Nuevamente ofrecen vino español, Ederra. Y cerveza española. El dueño es de nuestro país.

Hemos charlado con pasión durante toda la cena. Miriam toma la palabra para explicarnos que cada uno debe hablar durante un momento sobre su persona. Es el momento culminante de la noche. Es el momento de abrirse y sincerarse. El clima creado lo favorece, como queda evidenciado rápidamente.


Empieza Miguel Ángel, al que sacan un parecido con Robert de Niro. Él y su mujer, María Antonia, se acaban de jubilar y han entrado con fuerza en su nueva vida viajando y haciendo lo que habían aplazado por sus obligaciones en la empresa de distribución de la que eran propietarios. Son un encanto, como el resto de los componentes del grupo. Cuando María Antonia nos cuenta cómo se conocieron, el flechazo que bien daría para una novela de amor, el tira y afloja sentimental, la ansiedad hasta la culminación, me emociono.

Tomás, que empieza diciendo que es muy tímido, se suelta y se abre en canal. Trabaja como forestal en la provincia de Huesca y nos resume los saltos que ha dado su vida. Conoció a Francesc, que regenta dos campings en Gerona, y a Ángel, una de las mañas, en un viaje organizado por La vuelta al mundo, la otra marca de viajes de Xavi y compañía. Han viajado varias veces juntos. Esta vez se ha unido a ellos María, delgada, muy natural, en ocasiones bastante despistada.

Ramón es un cachondo mental, un excelente contador de chistes y anécdotas. Su aspecto me recuerda a un mosquetero o a don Quijote. Nos recita sus diversos trabajos y andanzas. Ahora está jubilado. Empezó a trabajar con catorce años. Se ha ganado el retiro. Isabel, su mujer, morena, con gran fuerza interior, siempre dispuesta a sonreír, nos amplía algo más sobre su vida en común y entre ambos nos arrancan más de una carcajada. Son de Puente la Reina, Navarra.

Alicia y Mar son amigas desde hace mucho tiempo. Viven en Móstoles y también han acumulado un largo historial de anécdotas que dosificarán a lo largo del viaje. Mar ha optado por desarrollar su vis artística como titiritera.

Charo nos cuenta algo más de lo que inició en la piscina. Salió de Cuba con treinta y tantos y empezó una nueva vida. El recuerdo de Cuba la llena de nostalgia. Nos deleita con su acento, su vocabulario gracioso y con el viento de su personalidad.

Miriam, que también tiene su turno, comenta cómo ha llegado hasta allí, a ser nuestra guía, a decantarse por esa actividad que la ha llevado a conocer gente y mundo, a romper con el aburrimiento.

Yo expongo mi momento de transición hacia el retiro profesional gradual y mi afición por escribir. Les hace gracia cuando les digo que para escribir hay que atornillar el culo a la silla y poner toda la pasión en lo que escribes.

Cuando caminamos de regreso comentamos que la tónica general es que a todos nos gusta viajar de una forma más alternativa que al resto de los mortales. Todos hemos tenido grandes cambios en nuestras vidas y hemos buscado disfrutar, sin desatender el trabajo, que unas veces nos ha llenado y otras nos ha aplastado. Hemos buscado con encono romper con la monotonía, gozar antes de que lo cotidiano nos devore.

Creo que el mar se ha enfadado porque nos hemos ido a dormir cuando la charla se ponía más interesante.

Por la noche se levantará un viento que atemoriza.

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