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En Gambia no pasa nada 15. Bijilo Forest Park I.


 

No muy lejos de donde hemos comido, en el propio Senegambia, visitamos un parque natural de 51 hectáreas junto al mar. Es Bijilo Forest Park.

Fue creado en 1952 y abrió al público en 1991. Es una de las principales atracciones de la zona. Una parte del espacio protegido original fue ocupado en 2018 por la construcción del Centro Internacional de Conferencias Dawda Kairaba Jawara.



Mientras esperamos la llegada de nuestro guía observo a un grupo de jóvenes estudiantes de un colegio femenino, quizá cristiano. Una parte de ellas va vestida de forma tradicional con faldas largas y pañuelos coloridos que les cubren los cabellos. Otras, llevan la camiseta con el nombre del colegio y el velo blancos. Cargan pesadas mochilas a la espalda. Lo que me llama la atención es que esa vestimenta tradicional que respeta su credo islámico se combina con el comportamiento de unas muchachas en la edad del pavo. Charlan entre ellas, quizá de chicos, de ropa o de distracciones, consultan el móvil, seguro que para comprobar la actividad en las redes sociales, aflora un ligero toque de coquetería casi imperceptible. Ríen con esa frescura espontánea de los jóvenes.

Las acompaña una mujer de raza blanca, algo mayor que el resto. No sabría decir si es profesora o cuidadora, aunque no se comporta como tal. Además, van con un profesor. También esperan a su guía.



El bosque es tupido. Las sombras que regalan los árboles son una delicia a esa hora de la tarde. El sol no gana la partida a esa bóveda de ramas y hojas que con su densidad protegen de miradas ajenas. Los árboles pueden perder el protagonismo por la arrebatadora y simpática presencia de los monos que van a acaparar nuestra atención. Predominan las palmeras Borassus aethhiopum o palmeras de abanico africano. Cuidado con los peciolos porque tienen espinas. También hay otras especies altas y poderosas, como las ceibas.



Después del ajetreo de la ciudad, el contraste es enorme. El olor a polvo y combustible es sustituido por el potente aroma del verdor que penetra hasta lo más profundo de mi nariz y la despeja. El tráfico es sustituido por los rumores de las aves y los gritos de los monos. Observamos un ave de plumaje oscuro y pico largo, como de un tucán. En el sendero cercano al mar abundan las aves que harán las delicias de los amantes de la ornitología.

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