Decidieron imponer que las
consultas fueran siempre en inglés. Todos nos preguntamos el por qué. Se dieron
cuenta de que cuando el personal auxiliar traducía a los idiomas locales
alteraban su contenido. Ellos recetaban un medicamento y al traducir les decían
que tomaran un té, una infusión o unas hierbas. Un desastre.
En los hospitales no suelen
conservar los historiales médicos. Cuando un médico se va se deshacen de sus
archivos. El que llega nuevo se encuentra un erial documental y tiene que
volver a empezar de nuevo. La rotación es abundante ya que los médicos que
destacan se van del país y no regresan.
Como ya he escrito, a ellos les
derivan los casos que no pueden solucionar en la sanidad general. En muchos
casos, la gente ve la clínica y se marcha porque consideran que no van a poder
pagar el tratamiento, que ellos ofrecen de forma gratuita. Para determinados
tratamientos no hay más remedio que trasladar al paciente a Senegal, donde la
sanidad es cara. Los costes pueden ser inasumibles. Solo la gente adinerada
puede someterse a ellos, o viajar a Gran Bretaña, donde encontrarán lo más
sofisticado y completo.
Todos nos preguntamos cómo se
financian. Posiblemente, los clientes que gozan de una posición desahogada
paguen los tratamientos o hagan donaciones. Todos los médicos trabajan en la
sanidad pública, que compatibilizan con esta causa solidaria. Las donaciones de
dinero o material son habituales. Los viajeros de Merak aportan, cada uno, 25 euros
al proyecto. Siento un pequeño orgullo por esa pequeña aportación, que aquí es
enorme. Me admira que haya gente que lo abandone todo por una idea solidaria.
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