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La Manchuela y el valle de Ayora 8. El crucero fluvial por el Júcar I.

 



Estoy el primero en el embarque y le pregunto a quien nos va a dar las explicaciones cuál es el mejor lugar. “A la izquierda, y en el centro”, me dice con cierta complicidad. Desde luego, cuando el barco empieza a moverse mi percepción es fantástica, aunque para las fotos tendré que jugar con los reflejos en los cristales. El chándal de un señor, dos filas delante de la mía, azul y con unas bandas blancas, será un despropósito y saldrá en casi todas mis primeras fotos.

Empezamos el crucero cuando el sol aún es perezoso y el cielo está cubierto. Me impresiona la visión de los cañones con esa luz un tanto mortecina que lucha por empapar los taludes que caen al río. Quizá el color es más tenue, con menos matices, pero con una serenidad y un empaque especiales. Mi vista se desplaza de un lugar a otro buscando los rasgos más hermosos, las combinaciones de pinos con las altas crestas de las montañas.



El Júcar, junto con el Cabriel, son dos de los ríos más limpios de Europa. Nada que ver cuando llega a su desembocadura en Cullera. Su color verde, muy característico, se debe a un microorganismo que al reflejo con el sol despliega ese efecto verde fruto de la clorofila. Nos aconsejan hacer el crucero a primera hora (a las 9) o por la tarde (a las 5) porque ese efecto se multiplica con el de la superficie del agua especialmente plana que sirve como un espejo.

Quien ha tomado el micrófono y da las primeras explicaciones es un gran entusiasta de estas tierras. Con razón. España atesora lugares maravillosos, como éste, y los hacemos de menos, los denostamos, les sacamos pegas. Quizá no sabemos venderlos. Si nos cobraran un pastón y este lugar estuviera muy lejos (diría que en el extranjero) y fuera de difícil acceso entonces lo aclamaríamos. Parece que tiene poco glamour si está en el interior de Valencia. Un noruego admiraría este entorno por las muchas horas de sol que él no puede disfrutar en sus fiordos. A esa llamada responde el sol clamando con fuerza por ser protagonista.

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