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La Manchuela y el valle de Ayora 13. Cofrentes II.


 

Hago una parada al pie del castillo. Después de observar sus muros estudio un mural en azulejo que es un resumen del pueblo, un cómic con los perfiles de la villa y las actividades de sus habitantes: guerreando, no sé si yendo a trabajar el campo. Me fijo en las figuras subidas a los troncos que transporta el río, en referencia a la maderada. Sin duda, el mural se centra en la narración de una campaña. Las milicias de Ayora cercan y asaltan el pueblo el 27 de noviembre de 1609. El virrey de Valencia temía la reacción de los cofrentinos. Los Tercios de Lombardía capturaron decenas de moriscos. Los famosos mellizos de Cofrentes, Hazén y Alí, aún plantaron cara.  



Aprovecho para dar un paseo y bajar la comida en la soledad soleada de estas horas. Alcanzo otra zona y vuelvo a contemplar el conjunto con la confluencia de los dos ríos.

Otro mural de azulejos narra la caída de los mellizos. Y el nacimiento de su leyenda, que no es poco.

En esta zona se afianzaron los moriscos hasta su expulsión por orden de Felipe III a principios del siglo XVII. Eran excelentes agricultores y estas tierras sufrieron su ausencia. Por supuesto, fueron repobladas.



Buscando en internet me topo con un festejo de hondo arraigo, tanto que ha merecido el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Se trata de la maderada. Se celebra el primer sábado de mayo y va acompañado de festejos y un mercado medieval.

En tiempos pretéritos, la madera de los árboles talados aguas arriba se trasladaba por el Cabriel, privilegiada vía de transporte, como bien anunciaban los personajes del mural de azulejos. Se precisaba la habilidad de los gancheros que se subían a los troncos y los encauzaban hasta los lugares donde se necesitaba la madera para su tratamiento posterior. Era un sistema eficaz en tiempos en que los caminos y las carretas no eran viables para estos fines. Conocía esta actividad por el Alto Tajo. Lo pintoresco quizá se olvida de lo peligroso de aquellas maniobras.



La otra gran fiesta es la de los sagatos, por San Antón, en enero. Los vecinos se juntan cerca de las hogueras, que reciben ese nombre de sagatos, y son las grandes protagonistas. Comen, beben, charlan y se divierten. Confraternizan, comparten.

Me alejo con cierta tristeza.

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