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La Manchuela y el valle de Ayora 2. En ruta.


 

La salida de Madrid ha sido plácida. A esa hora, las 12,30, es lo menos parecida a hora punta. Los accesos están bastante despejados. La A3 siempre va cargada de camiones. En esta ocasión lo hace sin alardes. La radio ameniza mi avance.

Paro a comer después de unos 200 kilómetros, aproximadamente dos tercios de mi trayecto. Son las dos y media y tengo una punzante sensación de apetito. Lo que no me explico es cómo hay tantos coches aparcados y tan poca gente en el restaurante. Me atienden sin prisas, como un plato combinado y remato con un café. Me despejo y mi mente se va adaptando al paisaje y al sentir de estas tierras.

Un desvío marca hacia Iniesta. La carretera se desprende del segundo carril. A los lados, viñas. El vino es el producto habitual de la zona. Poco tráfico. No me desespero con las travesías. Me permiten atisbar los pueblos, sin demasiado interés. El terreno es casi plano, de meseta, duro, sin florituras, de una sobriedad casi ascética. En invierno debe ser un reto vivir en estos pueblos. Para las distracciones, Casas Ibáñez, que atesora un teatro.



Entre Casas Ibáñez y Alcalá de Júcar está el pueblo de Fuentealbilla, famoso por haber alumbrado al futbolista Andrés Iniesta. Es la zona de La Manchuela, con una denominación de origen propia. Esa comarca está a caballo de Albacete, Cuenca y Valencia. Entre la meseta y la serranía. Buena zona de setas.

A Alcalá de Júcar se llega desde arriba, cuando el suelo se desploma y causa un hermoso cataclismo geológico, impresionante. Lo conforma un hoyo trazado por el río con la paciencia de la erosión vigorosa. Para el único acceso desde la parte superior construyeron el castillo, al que se llega por un desvío a la derecha. Paro un par de veces en el zigzag de revueltas intentando captar el pueblo en el tajo del Júcar que forma unas hoces muy defensivas y paisajísticamente espectaculares. Esa imagen me cautiva y provoca un retraso en mi avance pacífico. El castillo se alza orgulloso y el caserío se arrebuja en la colina. Las casas están excavadas en sus taludes.

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