Designed by VeeThemes.com | Rediseñando x Gestquest

Entre mineros y moriscos. El valle del Almanzora 21. Observando las canteras.

 


Me marché a las canteras. Salí del pueblo y giré a la derecha en dirección a Tabernas, en ascenso. El viento era más evidente. Aparecían naves y talleres, piezas de todas clases, las primeras canteras. A la altura de un huerto solar giré a la derecha. Un pequeño panel indicaba el camino hacia el mirador de las Canteras. Aparqué y lo recorrí. En un momento, escuché una tremenda explosión y un trozo de montaña se desprendió formando una gran masa de polvo. Era una voladura controlada.



Pasé la vista por las canteras. Los camiones parecían pequeñísimos. Las vetas afloraban entre otros minerales. Era un paisaje descarnado, quizá cruel con la tierra. Se cubrió el cielo de nubes muy negras. El viento las desplazaba. Recordé un poema árabe, Antítesis, de Abu Tammam:

La lluvia diluye el horizonte despejado

dejando tras ella una claridad

que casi se echa a llover de tan bella.

 


El espectáculo era impresionante.

La lluvia, que tan esquiva había sido a lo largo de los días se consagró por la noche.

0 comments:

Publicar un comentario