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Entre mineros y moriscos. El valle del Almanzora 18. El Centro de Interpretación de Macael.


 

De regreso, mi sorpresa fue mayúscula. Mi guía en el Centro de Interpretación era una de mis alumnas en el curso: Carmen. Era entusiasta y trasmitía el amor que sentía por la tradición cantera de su localidad. El museo era interesante y realizar la visita con ella fue todo un lujo.

El museo abrió tres años atrás por iniciativa popular. Era entrañable porque las piezas habían sido donadas por los antiguos trabajadores del mármol. Me sorprendió gratamente que acompañaban a las piezas algunos paneles explicativos muy completos, en español e inglés. Un detalle para los visitantes de otros países.



Carmen insistió en empezar ante una fotografía que reproducía una imagen ampliada de 1920. Los canteros vestían como cualquier otro lugareño, llevaban sombreros de paja (nada de casco), ninguno llevaba gafas protectoras (tampoco de sol, pese al reflejo del mármol), con lo que cualquier esquirla les produciría una lesión peligrosa y cubrían sus pies unas alpargatas con la suela hecha de cubiertas de neumático. Hubo un tiempo en que iban con alpargatas de esparto. El mármol las desgastaba rápidamente y podía cortarles las plantas de los pies. Desde luego, las medidas de seguridad eran inexistentes. Aunque trabajaban a cielo abierto las condiciones eran durísimas. Quedaban sometidos a temperaturas desde cero grados, en invierno, a 40 grados en verano. También a la lluvia o la nieve. El instrumental era rudimentario: mazo y escoplo. Las máquinas fueron muy posteriores.

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