Aparqué en la calle que
comunicaba el pueblo con el puente. El entramado de calles había que recorrerlo
a pie. Pregunté a un lugareño por el Centro de Interpretación de Arqueología
Islámica o el Museo Municipal de Arte Islámico y me puso cara de extraterrestre.
Le sonaba que al otro lado del pueblo había una habitación con “cosillas” de lo
que se había extraído en los alrededores. De estar abierto, que lo dudaba,
debía preguntar en el ayuntamiento.
Me colé por las callejuelas
siguiendo más mi intuición que los carteles. Alcancé la plaza España, la
iglesia de San Ginés y una capilla a su costado, contemplé el castillo desde
abajo y me di por vencido. Pero pregunté por el ayuntamiento, rehice el camino
y lo alcancé. Había un mercadillo de navidad y era el lugar de donde provenía
la música que escuché en lo alto.
En el pueblo había varios
paneles con textos que aludían a los tiempos andalusíes, a Abén Humeya, a los Juegos
Moriscos. El pasado islámico había calado en estas gentes.
0 comments:
Publicar un comentario