No había hecho bien los deberes
y había achacado mi falta de información a la falta de disponibilidad. En
Internet no estaba muy asequible y en las guías que había consultado el valle
no existía. Era como si lo quisieran mantener en secreto o sólo para iniciados.
Pero Reme y Carmen, dos de de mis alumnas, se encargaron de sacarme del error y
me proveyeron con mapas y folletos fiables. Eso sí, en inglés. Los desplegaron
y el resto de sus compañeros se animaron a señalarme lugares de interés. Para
Antonio, Chercos, por la A-349. Me mostró unas fotos de Internet que me
pusieron los dientes largos. Para otros, la zona del mármol y otros destinos
que memorizaba sobre la marcha.
En lo que coincidían todos,
junto con David, el jefe de curso, era en la visita de Las Menas, el antiguo
poblado minero en dirección sur y hacia las montañas. Podía completar el
recorrido con el observatorio de Calar Alto, hacia Gérgal. Si no había
concertado antes una visita sólo lo contemplaría por fuera. Como no tenía clase
el viernes por la mañana hacia allí me propuse ir.
No me hacía demasiada idea de
las características de la carretera y de los kilómetros que implicaba. Como en
otras ocasiones, preparé un recorrido elástico que podía alargar o comprimir.
Tomé la carretera paralela al río Almanzora, con su cauce seco, pasaron
pueblos, casas y pedanías, por supuesto de color blanco, y tomé un desvío.
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