A pocos metros, la estatua de
Ismail Qemali. Es curioso que muchos de los personajes más implicados en la
independencia procedieran de la administración otomana. Se podía pensar que
traicionaban a su señor, que se despeñaba en una fragmentación territorial
irreversible y cambiaban de bando al que suponían con mayores posibilidades de
gobernar. Pretendían un cambio desde dentro. El Imperio Otomano había sufrido
numerosos reveses en el siglo XIX. Muchos territorios se habían independizado o
fueron absorbidos por los imperios ruso y austrohúngaro.
Qemali nació el 16 de enero de
1844 en Vlorë en una familia noble albanesa. Era otro rasgo común: fueron los
aristócratas y los intelectuales quienes impulsaron el cambio. El pueblo llano,
los campesinos y las gentes más pobres quedaban al margen. Al menos en los
planteamientos porque el pueblo es siempre eficaz en la lucha en las calles.
Ejerció importantes cargos en la
administración imperial, como gobernador de Ioanina o de Bulgaria. El ascenso
al poder del absolutista sultán Abdul Hamid II y la derogación de la Constitución
de 1878 le llevó a la cárcel y posteriormente al exilio, tanto por mantener la
reinstauración constitucional como por abogar por la descentralización y la
identidad albanesa.
La revolución de los Jóvenes Turcos
le llevó de vuelta a Estambul. Y nuevamente habrá de abandonar la ciudad en
1909 por sus ideas. Desde ese momento tratará de conseguir apoyos para la
independencia, que encontrará en Gran Bretaña y Austria-Hungría.
Tuvo un papel destacado en la Declaración
de Independencia del 28 de noviembre de 1912, un mes después del inicio de la
Primera Guerra de los Balcanes. La idea de una Gran Albania quedará aparcada
por el Tratado de Londres de 1913. Las tensiones expansionistas de sus vecinos
causarán una inestabilidad que se prolongará en posteriores años.
Qemali asumió la presidencia del
nuevo estado y la cartera de Exteriores. Para intentar poner paz entre las
diversas regiones se acordó que Albania se convirtiera en un principado con
Guillermo Wied en el trono. Pero no pudo contar con el apoyo de los territorios
que no dominaba por lo que presentó su dimisión y cedió la autoridad a la Comisión
Internacional de Control que se había constituido hasta que las instituciones
políticas estuvieran debidamente preparadas. Partió a París, donde vivió
durante la Primera Guerra Mundial. Murió en 1919 en un hotel de Perugia.
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