Salimos a la terraza y
contemplamos la ciudad ajustada a la pendiente, el valle, el horizonte. Desde
aquí se divisaba el Adriático en días claros, que por desgracia no pudimos
disfrutar en esa jornada. Los ilirios supieron elegir el lugar para controlar
la zona y el mar, lo que les sirvió para controlar el comercio y practicar la
piratería. En 1190 se consolidó como plaza fuerte y en el siglo XV tuvo su
momento crucial. Los turcos no pudieron conquistarla en los asedios de 1450,
1466 y 1467. Cayó en 1478.
A sus pies, el hammam y
el tekke Dolima, de los Bektashi.
Un breve paseo por el bazar nos
condujo hasta el hotel Panorama, donde comimos. Compartí mesa con la familia
catalana, Pilar, Lydia y Gloria. Por supuesto, cuadrar la distribución de la
cuenta fue más difícil que conquistar la ciudadela.
El regreso fue apacible y
dejamos con nostalgia al grupo que volaba a Barcelona. Lo hicieron sin retraso.
Nosotros volvimos a Tirana y al
hotel.
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