Un breve paseo nos condujo hasta
el castillo, que había ido persiguiendo con la mirada desde el interior del
autocar y luego entre los edificios de la ciudad. Sus murallas alargadas
guardaban el Museo de Skanderbeg (Muzeu Kombëtar Gjerji Kastroti). Parecía
una parte del castillo, aunque era reciente. Fue inaugurado en 1982. Los
arquitectos fueron Pirro Vaso y Pranvera (Primavera) Hoxha, hija del dictador.
Su participación se ponía en duda y quizá fueron otros los que lideraron el
proyecto. En Wikipedia sólo incluían el nombre del primero.
Skanderbeg era sin duda el héroe
nacional por excelencia, un caudillo que recordaba en ciertos aspectos a
nuestro Cid. Fue quien retrasó el dominio otomano, que ya se había apropiado de
una parte importante de los Balcanes. Incluso, pudo haberlos expulsado de no
ser por la mediación de los venecianos, que veían peligrar su lucrativo
comercio con los turcos. Diez años después de la muerte del mítico héroe Kruja fue
conquistada y el castillo arrasado.
El culto al héroe era evidente
en todo momento. Estatuas, frisos, frescos y otras representaciones destacaban
su valor, sus 29 victorias, y una solitaria derrota. En las salas aparecían sus
generales, con su hermana entre ellos, los pendones y banderas, su casco
coronado por la cabeza de una cabra, su espada. Los originales estaban en
Viena, regalo de uno de sus descendientes.
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