Salimos a un parque frente a la
oficina del Primer Ministro en la amplia avenida Mártires de la nación. Una
instalación con un búnker, un trozo de muro de Berlín y unos restos de vigas de
las galerías excavadas por la ciudad conformaban otra instalación que concitó
nuestra curiosidad. La visité nuevamente dos días después en un repaso de
última hora antes de partir.
Al hilo de todo ello nos habló
de la estafa piramidal que dio lugar a la sublevación de 1997 en que la gente
salió a la calle con armas y hubo entre mil quinientos y dos mil muertos.
La Pirámide de Tirana, que
hubiera sido el mausoleo de Hoxha, la pudimos contemplar con calma, aunque
desde el exterior, ya que estaba cerrada por las obras que la convertirán en un
centro de investigación.
En la calle peatonal que
conducía hacia el castillo, Dorian se subió a un pivote circular de hormigón
rodeado de una espiral. Realmente, se trataba de la clave de sol trazada en
piedra. Desde ahí, los bancos se convertían en las notas del himno nacional
albanés. Evidentemente, si no nos lo hubiera indicado Dorian hubiera sido
imposible para nosotros adivinarlo.
Las modernas terrazas se habían
encendido y alumbraban tímidamente la calle que había cobrado una hermosa
animación. Entramos en el centro comercial para que lo conociera el resto del
grupo. Cristina, Gustavo y yo ya lo habíamos visitado.
Recorrimos alguna otra
curiosidad adicional antes de emprender un pequeño paseo hasta el hotel Boka.
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