Llevaba un rato remoloneando en
la cama cuando sonó el despertador a las siete. El sol penetraba con instintos
juguetones por la única rendija de las pesadas cortinas. Lo interpreté como una
llamada y las descorrí para abrir la puerta del balcón y asomarme al paseo.
Para mi sorpresa me encontré a Esperanza haciendo fotos de esas primeras luces
del día que auguraban una mañana risueña. El cielo sonreía y el lago le seguía
la corriente. Era un lujo la imagen de la ciudad reflejada como en un cuadro
abstracto sobre la superficie metálica del lago. Las nubes eran algodonosas,
pequeñas, con un dejo de ternura. Un niño pequeño hubiera disfrutado estrujándolas
y buscando sus sonidos. Hasta el castillo transmitía un mensaje de agrado por
nuestra presencia.
En el desayuno me senté con
Montse, Paula y Mariajo. No me convenció demasiado el desayuno que habíamos
encargado cada uno la tarde anterior, pero repuse mis fuerzas y me despejó. Después
de completar mis abluciones bajé al paseo con la idea de inmortalizar aquel
momento, aquella estampa tan agradable y revitalizadora. La misma idea había
tenido una parte del grupo y nos entregamos al sano oficio de fotógrafos. Nos
hicimos una hermosa foto de grupo, como lo hubiera hecho una expedición al
confín último de la tierra. Al otro extremo del lago, tras la cortina de la
bruma evanescente, aparecían las cumbres de las montañas cubiertas de nieve. A
mi izquierda se repetía la escena más consolidada.
Esa mañana estaba programada una
caminata de unas tres horas. Subiríamos a unos 1.400 metros y descenderíamos
hasta los 900 metros, hasta el pueblo de Elsani, a 10 kilómetros de Ohrid. Eran
unos 4 kilómetros, según nos informó Dorian. Atravesaríamos una parte del
Parque Nacional de Galicica, entre el lago Ohrid y el lago Prespa. Tomaba su
nombre de una poderosa montaña. Según leí, su riqueza ecológica era reseñable,
con una flora que abarcaba unas mil especies, con reliquias y endemismos. El
pico más alto era el Magaro, de 2.254 metros.
Tomamos la carretera paralela al
lago. El paisaje se desperezaba y nos ofrecía algunos pueblecitos y casas
encaramadas a las laderas. Sobre el lago apareció una construcción de madera
con varias cabañas, como un enorme palafito. Diez mil pilares de madera
clavados en el lago habían constituido la estructura de este poblado antiguo
que habían reconstruido tras las excavaciones entre 1997 y 2005. Era Bahía de
los Huesos, habitado entre el 1200 y el 800 a. C. Sobre el poblado habían
reconstruido también una fortificación romana.
0 comments:
Publicar un comentario