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Albania, el país de las águilas 97. La fortaleza y el monasterio de San Pantaleón.


 

Seguimos subiendo y alcanzamos las murallas y la base de la fortaleza de Samuel, por el zar búlgaro. Estaba cerrada. Cristina y Gustavo habían visitado su interior y no era demasiado interesante.

Desde lo alto, las vistas sobre la ciudad descendente hasta el lago, escalonado en casas blancas y tejados marrón claro, eran excelentes. Captábamos esa ciudad de la luz de griegos y romanos. Las montañas del otro extremo del lago se envolvían en la bruma ligeramente iluminada por el deseo inquebrantable del sol para adoptar protagonismo. Ese juego era hermoso y deleitaba la vista.



En la parte alta se alzaba el monasterio de San Pantaleón. Su construcción se atribuía a San Clemente. De nuevo nos trasladábamos al primer Imperio Búlgaro, al rey Boris I, que fue quien se convirtió al cristianismo en 864 y propició la extensión de este credo por todo el espacio de su imperio. Reinó entre 852 y 889.

Este lugar fue un importante centro de instrucción. Aquí enseñaban el alfabeto glagolítico. En el monasterio, que funcionó a modo de universidad, se formaron los clérigos en el nuevo alfabeto cirílico, medicina y teología. Desde aquí partían hacia el resto del este de Europa para formar a otros y difundir las enseñanzas cristianas. Era el lugar más sagrado de Macedonia del Norte.



En el siglo XV fue convertida la iglesia en mezquita. Un siglo después, se restauraron iglesias y monasterios de la ciudad.

No pudimos acceder y trasladamos su visita al día siguiente por la tarde.

La imagen de la imponente iglesia con las aguas del lago a la espalda era fabulosa. En las inmediaciones observamos las colinas en donde resaltaban las torres o cúpulas de las iglesias. La presencia del lago era relajante.

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