Dorian aprovechó para hablarnos
de los acontecimientos históricos de los Balcanes desde la segunda mitad del
siglo XIX, cuando el imperio Otomano se desangraba y tenía que hacer frente a otros
poderes emergentes. Nos habló de la desintegración de Turquía, de las Guerras
Balcánicas, de los conflictos provocados por las aspiraciones históricas de
cada uno de los países que se habían independizado, de las minorías que dejaban
en cada territorio los continuos cambios de dueño de aquellas tierras. El
mosaico de etnias, religiones, aspiraciones y otros factores era el perfecto
combustible para continuas explosiones de nacionalismo que impregnaban de
sangre esas tierras.
La guerra ruso-turca de 1877-78
terminó con una severa derrota para Turquía y el tratado de San Stefano. Supuso
la independencia de Bulgaria, Serbia, Montenegro y Rumanía. Macedonia del Norte
quedó en poder de Bulgaria que veía cumplidos sus sueños de resucitar aquella
Gran Bulgaria de la Edad Media. Sin embargo, poco después, con el Congreso y el
tratado de Berlín de julio de 1878 se recomponían los límites territoriales ya
que Gran Bretaña y el Imperio Austrohúngaro temían que Bulgaria se convirtiera
en un gran poder al servicio de Rusia. Bulgaria quedó reducida a un principado
semindependiente sin Macedonia, que regresaba al poder otomano, y sin salida al
mar Egeo. Este sería el germen de sucesivos conflictos.
Macedonia fue uno de esos
territorios deseados por los países limítrofes: Grecia, Serbia y Bulgaria
trataron de atraerlos. Rusia y Austria-Hungría buscaban aliados en la zona para
sus planes de dominio. Nos trasladamos a 1912. La Liga de los Balcanes formada
por Serbia, Montenegro, Grecia y Bulgaria combate contra Turquía en la primera
guerra de los Balcanes, a la que derrotan. Pero las desavenencias de los
antiguos socios darán lugar a la segunda.
En la segunda contienda, entre
junio y julio de 1913, Bulgaria se enfrentó a Grecia, Serbia, Montenegro y
Rumanía. Bulgaria perdió casi toda Macedonia, que quedó en favor de Serbia y
Grecia. Sus pérdidas humanas fueron cuantiosas: sesenta y seis mil muertos y
ciento diez mil heridos sobre una población de algo más de tres millones de
habitantes. Un 18 por ciento de los soldados movilizados perdieron la vida en
las dos contiendas.
La frustración de Bulgaria la
llevó a elegir mal sus aliados en las dos guerras mundiales. En la primera, se
alineó con Alemania y el imperio Austrohúngaro. En la segunda, con la Alemania de
Hitler. En ambas aspiraba a recuperar Macedonia, como así fue, aunque por poco
tiempo. Mientras, en 1918, se fundaba Yugoslavia, en la que se integraba
Macedonia.
Tito, el máximo dirigente de
Yugoslavia tras la Segunda Guerra Mundial, que mantuvo al país unido y en un
equilibrio inestable, animó la creación de la nacionalidad macedonia, lo que
aumentó las tensiones con Grecia y Bulgaria, que serán sus máximos enemigos. Al
desmembrarse Yugoslavia a la muerte de Tito, Macedonia del Norte nació como nación
independiente.
Bulgaria acusará a Macedonia por
la apropiación de héroes y gestas de la historia de Bulgaria. Esa tensión llegó
a su máximo apogeo en 2012 por las provocaciones de Macedonia. Se la acusará de
discriminar a los ciudadanos con conciencia nacional búlgara. Las aguas
parecían volver a su cauce con la firma de un acuerdo de Buena Voluntad en
agosto de 2017.
Curiosamente, el deterioro de la
relación entre Macedonia del Norte y Grecia y Bulgaria ha supuesto una mejora
de las relaciones entre estos dos países.
Lo cierto es que los países balcánicos
necesitan entenderse y cooperar para no caer en manos de sus vecinos más poderosos,
Rusia y Turquía. Y la vía es su integración en la Unión Europea. Macedonia del
Norte aún tendrá que esperar para formar parte de ese selecto grupo.
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