Salimos al patio. Como para
erradicar esos malos pensamientos, el sol se atrevió a aparecer en escena y las
nubes se volvieron sensuales y algodonosas. El blanco de las casas relucía con
fuerza. Realicé varias batidas por esas calles, busqué la casa de Ismail Kadaré,
más abajo de la de Skandulli, los minaretes de las mezquitas que habían
sobrevivido al periodo destructor de Hoxha me sirvieron de referencias y hacia
el valle me pareció todo prescindible hasta los prados cercanos al río Drina y
las poderosas montañas de enfrente.
En el castillo, que tomaba su
configuración actual de Alí Pacha, vivió una pequeña población de unas cincuenta
familias, según mis apuntes. Fue el germen o el origen de la ciudad, hace
siglos. En sus muros hubo una cruel prisión creada por el rey Zog para internar
a sus opositores. La rentabilizaron los nazis y luego el régimen comunista de
Hoxha. Lo que ahora era un agradable jardín con un escenario para actuaciones y
festivales fue un lugar tenebroso.
Caminamos hasta la torre del
reloj y la antigua capilla. Era, sin duda, el mejor mirador sobre el valle y la
montaña, y sobre otros barrios que al estar algo más alejados eran poco
visitados por los turistas. Sobre ese segundo montículo se elevaba una mezquita,
un amplio caserío y una zona de jardines, huertas y árboles. Después, el
horizonte se difuminaba calcinado por el potente sol.
Nos acercamos al avión americano
que era una de las curiosidades de esta orgía de armamento. En la guía lo
relacionaban con la guerra de los Balcanes de la década de 1990. Sin embargo,
en el panel cercano, contaban las diversas versiones (“un avión con dos
versiones”). El Lockheed T-33 Shooting Star aterrizó en diciembre de 1957 en el
aeropuerto de Rinas, cerca de Tirana. Después de varias semanas, el piloto
regresó a Estados Unidos. El avión se quedó en Albania y a mediados de la
década de 1970 lo trasladaron a Gjirokastra para exhibirlo en el museo del
armamento. Según la versión publicada en los periódicos americanos en enero de
1958, el avión volaba de Francia a Nápoles cuando fue sorprendido por la niebla,
lo que le hizo perder el rumbo. Al ir escaso de combustible pidió hacer un
aterrizaje de emergencia. Según la versión albanesa, la fuerza aérea albanesa
lo había interceptado por ser un avión espía y le había obligado a aterrizar en
Rinas. Dorian comentó que todas las
partes aprovechables habían sido desmontadas.
Otra de las piezas curiosas era
un carro de combate Fiat. Una de las versiones era defectuosa y provocaba
combustiones internas que acababan con el aparato incendiado sin necesidad de
bombardearlo.
Regresamos por donde habíamos
entrado. No visitamos la zona con dos tumbas de bektashis.
En la bajada, las gallegas se
encontraron con una señora de negro a la que habían comprado algunos recuerdos
otras amigas suyas que las habían precedido. Un encuentro curioso.
El bazar aún ofreció la
posibilidad de alguna compra.
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