Pasamos uno de los escasos
túneles de nuestro recorrido y regresó la niebla densa. Daba un poco de miedo. Entendía
que mis compañeros se entregaran a la siesta. Así impedían que las nubes
enganchadas a las cimas les perturbaran, que la lluvia tratara de llenar el
cauce seco de un río. La carretera trazaba curvas al dictado de un desfiladero,
de las montañas y del río. Hermoso. También sobrecogedor para el alma.
El valle se amplió y aparecieron
casas, rebaños de ovejas y cabras que se apoderaban de un verdor intenso.
Dorian comentó que estábamos atravesando el valle del Drin, el de mayor
abundancia de agua del país y donde se embotellaban cinco marcas de agua
mineral. Era zona eminentemente agrícola. Con la caída del régimen comunista se
devolvieron tierras a los campesinos, lo que dio lugar a muchas injusticias y
corruptelas. También reconocía Dorian que esas devoluciones se hicieron de la
mejor forma posible dada la precariedad de medios y datos de que disponían. Hubo
especuladores que supieron sacar tajada de las incertidumbres y de las
necesidades. Los políticos las utilizaron para captar votos.
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