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Albania, el país de las águilas 59. El parque arqueológico de Butrinto II. El teatro.

 


Subimos hacia el templo de Esculapio y el teatro y antes de alcanzarlos se desencadenó un diluvio incómodo, aunque muy teatral, ideal para el inicio de una representación trágica. Dorian nos arrastró debajo de un frondoso árbol que nos protegió relativamente. Allí continuó sus explicaciones y nos habló del dios de la medicina. Hasta aquí peregrinaban las gentes para buscar la sanación de sus males, las curaciones milagrosas, soluciones que, aunque no fueran científicas, aliviaron los tormentos de la salud. Fueron esos fieles los que con sus donativos financiaron parte de estos edificios.



Me llamó la atención que ese sector del teatro, del Ágora y las termas estuviera casi inundado, como si cada construcción tuviera un pequeño estanque. Los muros de piedras irregulares sin desbastar compartimentaban ese espacio que finalizaba con el inicio de la pendiente del promontorio y del bosque.



El teatro era la gran estrella. Construido por los griegos, los romanos, que conquistaron la ciudad en el 228 a. C., lo adaptaron a sus necesidades. Conservaba la escena, los sillares de las gradas, arcos y vomitorios. En verano se utilizaba para un festival clásico.

Exploramos la zona buscando más el final de la lluvia que el placer del lugar, por lo que repetimos la visita al final.

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