Designed by VeeThemes.com | Rediseñando x Gestquest

Albania, el país de las águilas 58. El parque arqueológico de Butrinto I.

 


No entramos con demasiado buen pie en el parque arqueológico. En el momento de nuestra llegada se produjo una pequeña oleada de turistas que atascó la entrada, especialmente por un grupo de españoles numeroso, grosero y gritón. Dorian maniobró con habilidad y nos hizo entrar con rapidez. Durante el recorrido les llevamos unos pocos minutos que impidieron que nos aguaran la visita.



Lo que sí nos aguó inicialmente fue la lluvia que se apoltronó sobre la pequeña isla o península elegida por los colonos de la cercana Corfú que fundaron la ciudad. Aprovecharon el seguro puerto natural de la laguna al que se accedía por el canal Vivari. El promontorio, rodeado por una muralla que cada pueblo que conquistó el lugar se afanó en mantener, aseguraba una fácil defensa de visitantes indeseados, que fueron muchos. La entrada al canal estuvo defendida por la torre veneciana y un pequeño fuerte triangular al otro lado, también de los venecianos.



Avanzamos un primer tramo rodeados por una vegetación abundante que mantuvo a salvo los restos de la ciudad cuando cayó en el olvido tras la cesión de los venecianos a Napoleón y la reconquista por Alí Pachá. Hubo que esperar a 1927 para que un equipo de arqueólogos italianos capitaneados por Luigi María Ugolini empezaran las excavaciones. La impresión es que ese bosque escondía aún muchos secretos interesantes.



Asocio ruinas grecorromanas con arena, con territorios secos y donde la naturaleza es escasa. En Butrinto, tuve la impresión de que me había equivocado y estaba visitando unas ruinas mayas devoradas por la selva. El verdor acaparaba la atención y provocaba la sorpresa de una construcción que afloraba y se integraba en ese paisaje suculento.

0 comments:

Publicar un comentario