Leí que la ciudad estuvo
habitada desde el siglo VI a. C. y que fueron los ilirios los que refundaron
Antipatrea. La ciudad había cambiado de nombre varias veces: Albanorum Oppidum,
tras la conquista de Lucio Apustio en el siglo II a. C.; Pulcheriapolis, en
honor de la hermana del emperador Teodosio; Belgrad, ciudad blanca, con los
eslavos.
Siempre fue lugar ambicionado,
estratégico, y eso le costó muchos cambios de dueño y sonadas batallas, como la
que disputaron los bizantinos contra el pujante poder del Primer Imperio Búlgaro,
en 1018. Vencieron los bizantinos y restablecieron su dominio.
En 1281 se enfrentaron
nuevamente los bizantinos, esta vez contra los angevinos de Carlos de Anjou,
que habían creado el Reino de Arbería en 1272. Entre los incumplimientos del
francés y el apoyo de los venecianos, que no querían más competencia en la
zona, volvieron a ganar los bizantinos. Los sicilianos abandonaron Arbería y
retuvieron Durrës hasta el siglo XIV.
En la plaza del hotel se alzaba
la mezquita del Rey y el Halveti Tekke de los Khalwati, una rama de los bektashis.
Asomaban por encima de los tejados minaretes e iglesias. Berat siempre fue una ciudad
tolerante en que convivieron pacíficamente todos los credos. En el siglo XVI
llegaron judíos sefardíes de los reinos de España. Sus descendientes fueron
ocultados por musulmanes y cristianos de las garras de italianos y nazis que
les persiguieron durante la Segunda Guerra Mundial.
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