El primer contingente de emigrantes
tras la caída del régimen comunista, unos cinco mil, salió de Albania rumbo a
Italia en 1993 cargado de ilusión. Una película lo ilustraba. También, la
decepción posterior. Se calcula que hay un millón de albaneses en Italia y otro
en Grecia. Unos doce millones de personas de origen albanés estaban dispersos
por el mundo.
Como anécdota, contó el
diferente comportamiento de italianos, alemanes y comunistas durante la Segunda
Guerra Mundial. Cuando los italianos compraban algo a los campesinos para
abastecerse, negociaban un precio. Luego pagaban un precio más bajo. Sin
embargo, los alemanes pagaban un precio superior al establecido. Los comunistas
se lo llevaban, no pagaban nada y alegaban que era para el pueblo. Levantaban
muchas suspicacias.
La visita daba para muchos
comentarios y curiosidades. Una de ellas era el sistema de voto. Ponían dos
cajas con un agujero. En una aparecía la foto del candidato oficial. En la otra,
nada. El que votaba en esta segunda estaba votando contra el régimen. Como
solía estar vacía (o casi), el sonido del voto al caer era diferente y el
votante quedaba retratado. Muy democrático.
La sala más amplia era
denominada el Parlamento, reconvertido en salón de actos o de conciertos. En la
actualidad se destinaba a conciertos de jazz, al considerar que era la música
más reivindicativa.
Me gustó la sala de los espejos
enfrentados que reflejaban hasta el infinito las imágenes y que hubiera dado
mucho juego en una película de suspense o de espías. Recogía pequeños mensajes,
sin duda, reivindicativos. Habían dado lugar a videojuegos, según apuntó
Dorian.
Una visita interesante y
aconsejable si vas al monte Dajti y gozas del tiempo suficiente.
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