En pocos minutos alcanzamos el
antiguo búnker destinado al dictador en caso de un ataque nuclear o químico,
como ocurría con el que acogía Bunk ‘Art 2. Dorian comentó que Hoxha solo lo visitó
dos veces, mientras lo construían. Sus acólitos asistieron a varios simulacros.
Ocupaba 2700 m2 y 106 salas excavadas en la montaña. Atravesamos un largo y
tenebroso túnel para irnos ambientando. A la salida, una garita con un muñeco
con uniforme militar y máscara de gas para que los pelos se pusieran como
escarpias. Frente a la entrada, en un claro, una pequeña fuente y unos bancos
para dar un contraste más surrealista.
Otra vez un búnker-resort,
refugio de lujo con todo lo necesario para una estancia agradable. Era más
grande que el que había visitado el día anterior y seguía una organización
similar. Cada sala estaba dedicada a un tema que se acompañaba con fotos,
vídeos, objetos de época, instalaciones… Reconozco que estaba montado con gran
calidad. Otra cosa es que fuera terrorífico.
Dorian tomó el mando y nos fue
dando explicaciones sobre la historia del país: el rey Zog I, la invasión
pacífica de los italianos, la enorme deuda que el país había contraído con ellos,
las infraestructuras que construyeron… En la actualidad mantenían una buena
relación con Italia. Desde siglos atrás había sido el destino de los albaneses
que partían al exilio o la simple emigración por motivos económicos, los arbëreshë,
y las asperezas de la Segunda Guerra Mundial parecían superadas
definitivamente. Comentó que los albaneses ya no estudiaban italiano, como sí
lo había hecho él. En la actualidad, preferían el inglés, más útil.
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