Volví al otro lado del río por
un puente con el logo de Vodafone y me acerqué a la blanca catedral católica de
San Pablo, de 2001. La guía lo calificaba de “estilo brutalista”, con evidente
mala leche. El edificio y su interior no decían nada especial y podría ser la
iglesia de una parroquia española en un barrio pudiente. Sin embargo, me
encantó el recuerdo de la Madre Teresa de Calcuta, con una escultura a un lado
de la entrada y un mosaico en el interior. También rendían un sencillo homenaje
a San Juan Pablo II.
No tuve tampoco suerte con la
mezquita Namazgjah, o la Gran Mezquita, imponente, con cuatro minaretes y con
toda la pinta de que la inaugurarían en breve. En Google Maps aparecía
solo como New Mosque. Será la más grande de los Balcanes. De las 28
mezquitas que había en la ciudad en 1967 se había pasado a tan solo 8, lo que
era insuficiente para la población musulmana. La financiación había corrido a
cargo de la organización turca Diyanet.
El edificio que aparecía
constantemente a la espalda de otros era el rascacielos más alto de la ciudad, Downtown
One, de 140 metros. En su fachada aparecía pixelado el mapa de Albania.
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