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Albania, el país de la águilas 10. El palacio de los sueños I


 

Al salir del búnker recordé la lectura, pocas semanas antes, de la novela del Príncipe de Asturias albanés Ismail Kadaré, El palacio de los sueños. El paralelismo entre este organismo ficticio y la Segurimi me pareció bastante evidente e intranquilizador. El Tahir Saray o palacio de los sueños era, como advertía Kadaré, “el famoso organismo que se ocupa del dormir y de los sueños”. Era un lugar hermético, inaccesible. Hasta los ministros necesitaban un permiso especial para entrar. Cuando el protagonista, Mark-Alem, entrega la carta de recomendación que le ha facilitado su influyente familia, el funcionario que le recibe la destruye. No se admiten recomendaciones porque contradicen la esencia misma de la Casa:

El fundamento del Tahir Saray radica no en la entrada de influencias externas sino en la obstrucción, no en apertura sino en el aislamiento; así pues, no en la recomendación, sino en su opuesto… Jamás olvides que el Tahir Saray es una institución completamente cerrada al mundo exterior.



Con razón el funcionario afirma que “al margen de su exótica denominación es la más terrible” de las instituciones. Era, evidentemente, un organismo de control al más alto nivel para evitar cualquier amenaza para el Imperio. Un Segurimi literario muy real.

Kadaré nos ofrece una metáfora, una parábola para evitar la censura. Sitúa la acción del libro en tiempos del Imperio, de un imperio que necesita controlar hasta el más mínimo elemento que pueda ser subversivo y para ello se interna en lo más profundo de la persona, en su subconsciente, donde quizá ni el propio individuo sabe que se está fraguando una semilla de oposición:

Todo lo que se muestra confuso y amenazante, o lo que pueda llegar a serlo al cabo de los siglos, manifiesta su señal mediante los sueños de los hombres. No existe pasión o pensamiento maléfico, adversidad o catástrofe, rebelión o crimen, que no proyecte su sombra en los sueños antes de materializarse en el mundo.

Me recordó a aquella película de Spielberg, Minority Report, en que detenían a los culpables antes de que pudieran cometer los crímenes. De ahí a tomar decisiones absolutamente arbitrarias y contaminadas por la paranoia del dictador solo había un pequeño y peligroso espacio.

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