No tengas prisa por alcanzar el
centro y, a la altura de via Marsala, tuerce a la izquierda. Nuevamente
te envuelve el trazado anárquico y recortado, el muy medieval palazzo Grassi y
su peculiar soportal de madera, el ambiente de mercado. A un paso, la piazza
San Martino y su iglesia. Esta fue la zona del ghetto. Otras curiosidades
obligan a estar atento, que el camino es tan importante como el destino.
La catedral no se ubica en San
Petronio, la inmensa basílica inacabada que es una visita obligada, sino en San
Pietro, en Indipendenza. La cubre una tela por las reformas y reparaciones. El
papa Gregorio XIII la consagró en 1582 como sede arzobispal. El edificio del
siglo X fue destruido por un incendio en 1141 y el posterior sufrió varias
modificaciones. No carece de encantos y de joyas en su interior. Asómate y lo
comprobarás. Recuerda que Bolonia perteneció a los Estados Pontificios hasta la
entrada de Napoleón en 1796.
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