El problema de los soportales es
que te impiden contemplar un lado de la calle. La solución es pasar dos veces,
una por cada acera, pero la reiteración no es buena y en muchas ocasiones no
hay oportunidad porque se van explorando nuevos territorios. Sí, puedes caminar
por medio de la calle, con el inconveniente de ser atropellado, muy relativo ya
que en el centro histórico el tráfico no es muy abundante y en las calles
estrechas bastante menos.
Una perfecta combinación de
soportales, poco tráfico y edificios apuestos y con empaque lo ofrece via Galliera,
una alternativa más estrecha, aunque igualmente atractiva para nuestro
desplazamiento al centro ya que es paralela a Indipendenza. Los palacios
Tanari, Felicini, Androvani, Dal Monte y Ghislardi-Fava (que acoge el museo
Medieval) alegran la vista del transeúnte. Intercaladas, algunas iglesias,
entre las que destaca la de la Madonna di Galliera. Después tendrás que
realizar un pequeño slalom medieval por sugerentes callejones hasta el destino
clásico de la piazza Maggiore.
Esos palacios son el emblema de
una ciudad que ha gozado de buena salud económica que ha alimentado las
fachadas y los interiores de historia y vida. La fuerza de la ciudad se asoma a
la calle en diversidad de estilos, repleta de leyendas e historias, de
comerciantes y burgueses, de aristócratas y clérigos que diseñaron los perfiles
de la ciudad. Una pequeña historia del arte se ofrece de forma gratuita al
viandante. Sin ellos nadie recordaría al científico y naturalista Bartolomeo
Felicini, o a Panfilio Dal Monte. O a los artistas encargados de hacer perdurar
sus resonantes nombres.
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