La última vez que un emperador
fue coronado por un papa tuvo lugar en Bolonia. Los protagonistas fueron el
papa Clemente VII y el emperador Carlos V. Era 1530 y el lugar elegido fue la
basílica de San Petronio.
La fachada quedó incompleta. Queda
tras un panel que la reproduce, ya que están en obras para devolverle su
esplendor. La parte inferior está cubierta de mármoles. La superior permanece
con el ladrillo visto. La puerta principal es del escultor Jacopo de la
Quercia, que dejó su impronta en otros lugares de la ciudad allá por el siglo
XV. La lista de arquitectos, escultores y pintores que trabajaron en la enorme
iglesia es larguísima.
Estaba claro que la Iglesia
pretendía ser una muestra de poder y quizá una provocación a Roma y el Papado,
que regía los destinos de la ciudad. Y, entre medias, quedaba el santo patrón,
el obispo San Petronio, del siglo V. El papa Pío IV paralizó las obras,
iniciadas en 1390 bajo la dirección del arquitecto Antonio di Vicenzo.
La planta es de 132 metros de largo
por 66 metros de ancho. La altura alcanza los 47 metros. El interior se
presenta inmenso. Aprovechamos los momentos previos a la misa para conocer las
capillas. Para hacerse una idea de cómo debió estar decorada con frescos nos
acercamos a la capilla de los Reyes Magos, con acceso de pago. En el suelo
topamos con el meridiano de Giandomenico Cassini, de 1655 y 66,8 metros, el más
largo del mundo. La capilla Bolognini, que ese es su nombre, muestra estupendos
frescos de Giovanni de Módena. En uno de ellos se representa a Mahoma en el
infierno siendo torturado por demonios, lo que provocó las iras de los
islamistas y un posible complot para destruir la Iglesia.
En el centro, el ciborio de
Vignola, que tendremos el honor de contemplar largamente durante la celebración
y mientras nuestros pies se quedan helados. Suena el órgano con tonos
apocalípticos, el más antiguo de los que se conservan en el mundo.
0 comments:
Publicar un comentario