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Soportales para una ciudad universitaria 12 (Bolonia 2013). San Stefano.


 

Muchas curiosidades se concentran apiñadas en las rutas secundarias, en un dédalo de codos y recodos, de encrucijadas, de estrechos pasajes, de lugares propios de un duelo o una seducción a la luz de la luna, escenarios de opereta, de lance, de espadas que defienden el honor de quien las porta.

Atravesamos la plaza Rossini hacia San Vitale, el palacio Fantuzzi, la Strada Maggiore y Santo Stefano. Por los soportales, porque el aguacero es épico. Donde no los hay se cala uno, a pesar de los paraguas.



La plaza de Santo Stefano es triangular, como un abultamiento geométrico de la calle, con vistosas arcadas y soberbios palacios. Paramos a contemplarla porque merece la pena. Por cierto, por Corte Isolani, una galería comercial cubierta, hubiéramos llegado sin mojarnos. El palacio que la alberga es muy bonito.

La abadía de Santo Stefano es conocida como las siete iglesias. Es un complejo de construcciones religiosas que se han superpuesto sin aparente orden hasta formar un laberinto que es de obligada visita.

Dos mil años de historia se acumulan entre sus muros y patios, desde la época romana, con un oratorio sobre un manantial santificado con agua traída del Nilo, hasta nuestros días. De templo de Isis a la iglesia principal de los lombardos o abadía benedictina.

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