Bolonia es la ciudad de los
soportales. En ningún lugar los encontrarás tan abundantes y hermosos. Puedes
recorrer toda la ciudad bajo su protección, admirar su decoración, disfrutar de
sus tiendas. Son parte esencial de su personalidad.
Los soportales son un claro
indicador del tiempo que impera. Hace frío y las lluvias son habituales. Por
eso dicen que la mejor época para visitarla es a partir de abril. El frío
húmedo se cuela por las prendas de abrigo y penetra hasta la piel. Obliga a ir
bien cubierto y en guardia para no constiparse.
Nuestro hotel está muy cerca de
la estación Central de tren, la de mayor movimiento de Europa. Es,
desgraciadamente, conocida por un atentado neofascista que en 1980 dejó muchas
víctimas. Queda extramuros. Dentro de las antiguas murallas queda nuestro hotel
ya que enfrente asoma un lienzo de la antigua protección de la urbe. Quizá su
trazado coincidía con el polígono de calles destacadas en amarillo en el mapa,
los viale, que conforman un anillo de avenidas que circunvalan el
centro. Por supuesto, la muralla era de ladrillo, como todas las construcciones
de la ciudad.
El primer ejemplo de soportales
continuos lo disfrutamos entre la plaza XX Settembre y la antigua Porta
Galliera y el centro administrativo y religioso, el centro histórico, la ciudad
vieja. Esas dos áreas están unidas por via dell’ Indipendenza, recta,
soberbia, siempre animada. En su trazado se suceden las mejores tiendas,
hoteles, restaurantes, gelaterias, pastelerías (que nos vuelven a hablar
de un clima duro), palacetes, iglesias y vida urbana. Tendremos tiempo para
tomarla cariño ya que será nuestro trayecto de ida y vuelta de cada incursión
en la ciudad.
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