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Estampas de Luang Prabang 29 (Laos 2006). Pimai y el año nuevo budista.


 

Con largas pértigas huecas acabadas en cabezas de naga de fauces amenazantes rocían las figuras de Buda. Las plegarias y las danzas se dedican indistintamente a Buda y a los espíritus. Obtener la bendición es el fin de una fiesta colorista y sagrada. Es la fiesta de Pimai, el año nuevo budista.

La larga serpiente de piel dorada que colgaba entre dos vigas o que descansaba junto a los muros de un templo había llamado la atención de M. y había sido un interrogante hasta que conseguimos una explicación.

M. camina observando cómo preparan una barca interminable. En Pimai se honra a lo sagrado con una regata en el río. Las guardan a la espalda del “sim” y las miman como si fuera el coche de lujo de un occidental. Una tropa de remeros la impulsará hacia la victoria.

Durante los días de la fiesta del agua, Luang Prabang rememora su pasado, las tradiciones de sus reyes en una república democrática que va perdiendo las consignas iniciales de los comunistas. En esos días se sacraliza la diversión para que el año sea propicio, atraiga prosperidad y buenas cosechas.

Si estuviéramos en la ciudad, en Pimai compraríamos una pequeña jaula con un pájaro atrapado y lo liberaríamos. Quizá con ello habríamos otorgado la libertad a un alma o a un espíritu.

Con cuidado, abrimos la puerta de la jaula. El pájaro se sorprende y se resiste a salir. Puede que sepa que hoy no es Pimai.

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